Uno de los resultados asombrosos es que los residentes que se imaginan a partir del 2060 conciben planes mucho más radicales y trasformadores para sus ciudades, ya sea que se trate de la atención sanitaria, de inversiones o de acciones contra el cambio climático
Se trata de un movimiento de base que se ha extendido por el país. Muchas ciudades progresistas en otras partes del mundo pueden adoptar este mecanismo para revitalizar la democracia, para reinventarla, para darle una voz a las generaciones futuras usando la imaginación.
Lo que realmente me sorprendió es que comencé a ver que hay un movimiento de lo que llamo rebeldes del tiempo en diferentes partes del mundo. Son personas que se dedican al pensamiento a largo plazo y a la justicia intergeneracional.
No sabía que había tantos proyectos increíbles en todo el mundo. Por ejemplo, en Escocia, la artista Katie Paterson ha diseñado un proyecto de arte llamado Future Library, en el que cada año, por 100 años, un autor famoso dona un libro que permanecerá sin ser leído hasta el año 2114.
Ese año, los 100 libros se imprimirán en papel hecho de 1000 árboles plantados en un bosque a las afueras de Oslo. Es como un regalo para el futuro.
También está la bóveda mundial de semillas en el círculo polar ártico, que busca guardar millones de semillas dentro de un búnker de roca indestructible, diseñado para que dure 1.000 años. El objetivo es preservar la biodiversidad de plantas del planeta.
Y hay otros movimiento como el de los “Viernes por el futuro”. Se trata de pensar a largo plazo, de – en cierto modo- ser un buen antepasado.
Todo eso me da una sensación de esperanza. Aunque sé que nos estamos dirigiendo a tres o cuatro grados de calentamiento global y entre uno y dos metros de ascenso del nivel del mar para 2100, también veo estos increíbles movimientos en desarrollo y otros de tipo legal que buscan darle derechos a las personas del futuro.
Algunas personas ven el futuro como algo muy distante, 100 años es mucho tiempo y lo que pase entonces no nos va a afectar. Usted, de hecho, ha dicho que “tratamos el futuro como un puesto de avanzada colonial lejano”. ¿Qué quiere decir?
Creo que hemos colonizado el futuro. La humanidad, particularmente en los países ricos, trata el futuro como un puesto de avanzada colonial lejano donde podemos lanzar deshechos libremente (y causar) daño ecológico y riesgo tecnológico como si no hubiera nadie allí.
Es un poco como cuando Gran Bretaña colonizó Australia en los siglos XVIII y XIX. Se basaron en una doctrina legal ahora conocida como terra nelius, la tierra de nadie. Se comportaron como si no hubiesen indígenas. Por supuesto que había y así es como tratamos el futuro, como si no hubiera nadie allí.
Pero hay 7.700 millones de personas vivas hoy. Solo en los próximos dos siglos, nacerán decenas de miles de millones de personas. ¿Y cómo nos van a juzgar? Entre ellos estarán nuestros nietos y sus nietos, sus amigos y sus comunidades.
¿Y cómo nos mirarán por lo que hicimos o no hicimos cuando tuvimos la oportunidad?
Claro que creo que en la vida cotidiana ese futuro puede parecer muy lejano. No podemos sentir el aumento del nivel del mar o de la temperatura en 2100, pero podemos usar nuestra imaginación. Eso es extraordinario.
Tú o yo podemos sentarnos e imaginar a nuestros hijos. Por ejemplo, piensa en el cumpleaños 90 de tu hijo. Está rodeado de familiares y amigos y se asoma por la ventana. ¿Qué tipo de mundo hay afuera? Tal vez sea una hermosa utopía o un mundo en llamas.
Es un experimento mental. ¿Qué les diría de mí a sus amigos y familiares, qué diría de su antepasado fallecido hace mucho tiempo, sobre el legado que le dejé?
Y al hacer ese ejercicio, me doy cuenta, y esta es la parte realmente importante, de que no están solos. Veo que son parte de una comunidad, pero también de la red del mundo viviente: del aire que respiran, de la comida que hay disponible, del agua que beben.
Entonces, si me preocupo por su vida, necesito preocuparme por toda la vida.